El doctor Ramón Exeni es una eminencia en Nefrología Infantil. Nació en La Quiaca y estudió medicina en la UBA. Se especializó en pediatría y nefrología y decidió especializarse en la materia en Canadá y Estados Unidos, aunque nunca se olvidó de sus orígenes ni de su país y es por eso que decidió volver al Hospital de San Justo donde lleva más de medio siglo trabajando y desarrolló el departamento de Nefrología que es orgullo de la medicina pública no solo en Argentina sino en toda Latinoamérica y el mundo. Su carrera está repleta de reconocimientos y ahora sumará una más a esa exitosa trayectoria ya que en el próximo mes de octubre recibirá un reconocimiento a nivel mundial por sus aportes a la Nefrología Pediátrica en el Congreso de la Asociación Internacional en Nefrología Pediátrica (IPNA, por sus siglas en inglés). Este reconocimiento es de doble satisfacción ya que el profesional fue elegido por sus colegas de Latinoamérica quienes lo postularon junto a numerosos miembros de las Sociedades de Nefrología Pediátrica de África, Norteamérica, Asia, Australia y Nueva Zelanda, Europa y Japón. En Miami se reunieron para elegir al representante de Latinoamérica y lo designaron, para competir con colegas de todo el mundo, destacó con su habitual humildad que “esto es impresionante, con la nominación de Latinoamérica estaba feliz, eso era bastante”. Todo comenzó el 17 abril en Lyon, Francia, cuando se reunió el comité de selección de IPNA para elegir al ganador del Life Achievement Awards al médico con más aportes a la nefrología mundial un premio que sería entregado en octubre, en Venecia, en el Congreso de la materia. Las condiciones que se pusieron para esa selección era que cada Asociación de cada continente eligiera un representante y así fue que el doctor Ramón Exeni fue elegido para representar a Latinoamérica y compitió por ese reconocimiento con dos representantes de Europa, dos de Estados Unidos, uno de Japón, uno de Australia y de China. Sin dudas que es un reconocimiento a la inmensa trayectoria y al incansable trabajo y aporte del doctor Exeni al desarrollo de la Nefrología Infantil.
Profesional dedicado ciento por ciento a su pasión, también tiene un amor profundo el fútbol y por su Independiente amado. Descendiente de árabes, el doctor pasó su infancia en La Quiaca donde vivió hasta 1947 cuando vino junto a su familia a Buenos Aires. “Estuve en La Quiaca hasta el año 1947 y a mis nueve años vine para Buenos Aires porque mi padre instaló un taller textil en sociedad con un amigo. Nos instalamos en el barrio de Caballito; allí fui al colegio Antonio Schettino, luego continúe mis estudios en el Nacional Moreno donde me gradué con título en bachiller en el año 55 con 17 años. Luego empecé mis estudios de Medicina con un doctor amigo de la colectividad, el Dr. Danas, con quien transité toda mi carrera”, recordó el doctor sobre aquellos años en los que comenzó esta hermosa aventura. La pasión por la medicina la llevó desde pequeño y así fue que ingresó a la Facultad de Medicina donde se recibió con honores en 1963. Si bien fue a buscar su formación a los países del primer mundo, decidió venir a aplicar toda su experiencia al servicio de la medicina pública en Argentina y así fue que se instaló en el Hospital Público de San Justo. Es considerado por sus pares como uno de los fundadores de la Nefrología Pediátrica y como él mismo lo asegura en cada entrevista, todo se lo debe a su gran maestro, el doctor Gustavo Gordillo, quien lo incentivó para dedicarse a esa rama tan compleja e importante de la medicina. “Quiero dedicar mis logros en la Nefrolgia Infantil al Dr Gustavo Gordillo, quien, a partir de mi concurrencia a su Servicio en el Hospital Infantil de México, se convirtió en mi padre nefrológico en mi guía y me abrió el camino para mi formación y que fue la base para la creación de nuestro Servicio en el Hospital de Niños de San Justo. Fue un visionario a tal punto que cuando trabajé con él me dedicó su libro diciendo “al Dr Exeni y las futuras nefrólogas”, refiriéndose a mis hijas que contaban en ese entonces 9 años Claudia y 7 Andrea, aseguró hace algunos años cuando recibió otro importante reconocimiento. Esas dos pequeñas de entonces, también lo acompañaron en el desarrollo de su gran obra en el Hospital de San Justo. Hoy su servicio es considerado como grupo líder con respecto al síndrome urémico hemolítico.
El orgullo y el reconocimiento del servicio del que fue fundador, se dio gracias a su pasión por querer cambiarle la vida a los chicos. “Un día se hizo presente en el Hospital de San Justo el presidente de la entidad Centro de Ayuda al Enfermo Renal (CAER), quienes colaboraban con los centros de nefrología, y me preguntó sobre nuestras necesidades. Le dije que necesitábamos un lugar para internar, un lugar específico de Nefrología para chicos, aunque sabía que era una tarea complicada. Pero finalmente se logró y en el año ‘82 se inauguró el servicio de Nefrología Pediátrica con ocho camas en el Hospital, lo que significó una gran novedad para aquel entonces. Con el correr de los años y bajo el mandato en el Ministerio de Salud de la Nación del doctor Ginés Gonzales García, nombró Centro Provincial de Nefrología Pediátrica, lo que permitió su desarrollo”, relata orgulloso el doctor.
Ramón Exeni es un orgullo para el Círculo Médico de Matanza al que pertenece como Socio Honorífico de nuestra Institución. En octubre el mundo de la medicina nuevamente lo tendrá en el centro de la escena con un nuevo reconocimiento, uno más para un hombre destacado de la medicina.
EXPERIENCIA EN CUBA
Más allá de su aporte a la medicina pediátrica en San Justo, el doctor pudo llevar su experiencia y profesionalismo a los mejores lugares del mundo. Y entre esas experiencias hay una que lo marcó y que nunca olvida y fue su paso por Cuba donde hoy es Miembro de Honor del Consejo Cubano Investigaciones Medico Quirúrgicas en La Habana. “En 2003 fui a dar una charla y cuando terminó, se contactó conmigo el propio Ministro de Salud de la Isla, quien me expuso dos casos de niños que requerían trasplante, práctica que no se hacía en Cuba en aquellos años. Ellos tenían dos presupuestos, uno de España por USD 80 mil cada operación y el otro de Canadá por USD 100 mil, y me pregunta si en Buenos Aires se podía hacer, le confirmo que sí y le propuse que para abaratar costos sería mejor en lugar de trasladar a los pacientes, que viaje el equipo médico a Cuba. De modo que fuimos, un cirujano, un clínico que era yo, y el anestesista. Se hicieron los dos trasplantes, afortunadamente ambos súper exitosos”, recuerda de aquellos años.
Pero lo que también sorprendió a los médicos cubanos, no fue solo su capacidad como profesional, sino su aporte desinteresado a la medicina. “Cuando viene el Ministro y me pregunta cuánto va a ser el costo, le digo que esta fue una colaboración entre hospitales, Hospital de Niños de San Justo y Hospital de Niños de La Habana, por lo cual esto no se cobra. Los cubanos no lo podían creer, fue un momento muy especial de regocijo para todos. De allí que me otorgaron la distinción como Miembro de Honor del Consejo Científico Asesor del Centro de Investigaciones Medico Quirúrgicas (CIMEQ)”, dice. Si bien quisieron convencerlo para que siga en la Isla, su amor por Argentina pudo más y así fue que regresó al país.