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La obesidad es una enfermedad crónica que se considera la epidemia del siglo XXI y la urgencia por combatirla toma día a día un lugar primordial en la salud pública ya que se asocia a múltiples complicaciones de salud como enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, hipertensión arterial y cáncer, entre otras.

Las causas de la obesidad o el sobrepeso son múltiples pero las dos principales son la ingesta de alimentos de alto contenido calórico en porciones muy grandes junto a enormes barreras para la actividad física.

Es por ello por lo que es imprescindible hacer cambios en el estilo de vida; mejorar el patrón alimentario sin prohibiciones que puedan disparar un descontrol y adoptar simultáneamente actividad física habitual con pequeñas modificaciones en la vida cotidiana. Además, existe evidencia que 10 mil pasos por día en una persona adulta pueden hacer una enorme diferencia en salud y por último se debe aprender a gestionar las emociones y el estrés sin utilizar comida. Sin embargo, muchas personas no pueden sostener un comportamiento saludable en el tiempo pues poseen dificultad para controlar las porciones y es en esos casos cuando un fármaco puede colaborar en sostener y acompañar los cambios de estilos de vida.

Para determinar si una persona tiene o no sobrepeso se utiliza el índice de masa corporal (IMC), que se calcula dividiendo el peso en Kg entre el cuadrado de la altura en metros (IMC= peso (Kg)/altura (m2). Si este índice es igual o mayor a 30, se considera que presenta obesidad.

En Argentina, según la Secretaría de Salud de la Nación, el 61.6% de la población tiene exceso de peso y la prevalencia de obesidad pasó a ser de un 14,6% al 25,4% en el año 2018.

Recientemente, siete sociedades científicas locales presentaron un documento consensuado que recomienda los criterios para la indicación de cirugías bariátricas en pacientes con obesidad y síndrome metabólico, en particular en los casos de diabetes tipo 2. El trabajo fue presentado en el Senado de la Nación bajo el nombre “Consenso Interdisciplinario de Cirugía Bariátrica y Metabólica”, que estipula que los pacientes deben estar bien identificados y seleccionados para poder someterse a una cirugía bariátrica, deben tener un índice de masa corporal mayor a 40 (obesidad mórbida) o entre 35 y 40 (obesos severos), con una o dos enfermedades asociadas.

Además de las cirugías, en nuestro país existen tres fármacos aprobados para el tratamiento crónico de la obesidad, el primer fármaco fue aprobado hace dos décadas; el año pasado se lanzó un inyectable, la liraglutida y este año finalmente se incorporó una tercera opción que es en un mismo comprimido la combinación de naltrexona y bupropión actuando en dos áreas del cerebro: el hipotálamo (centro de control del apetito) y el área mesolímbica (centro regulador del placer y la recompensa) trabaja no solo cuando el paciente come mucho, sino sobre la compulsión.

El nuevo medicamento aprobado por ANMAT este 2019, se vende exclusivamente bajo receta archivada. Las personas tienden a poner foco en medicamentos milagrosos o cirugías salvadoras, por eso es de vital importancia remarcar que ninguna estrategia puede aisladamente ser la solución a la obesidad. Para cambiar la tendencia serán necesarias acciones sobre el entorno construido que faciliten la adopción de un modo de vida saludable, apoyado de ser necesario, con fármacos o cirugía.

Además, se ha instalado una cultura en la que la obesidad es vista como un problema estético, no como una enfermedad crónica. La tarea por delante será “medicalizarla” sin estigmatizar a la persona que la padece.

Dra. Mónica Katz Médica Especialista en Nutrición MN 60164