Desde el 20 de marzo Argentina está en cuarentena. El Gobierno Nacional decidió que la población no salga de sus casas, solo los trabajos esenciales, y en las últimas semanas anunció que este procedimiento se extendería, en principio, hasta el 7 de junio. El impacto que generó el parate en la economía es de proporciones aún no calculadas pero existe también otro impacto del que cada vez se está hablando más y es el psicológico. Según un estudio elaborado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA), dependiente de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en Argentina aumentó en estos más de dos meses de encierro el consumo de alcohol y de medicamentos no recetados. Para llegar a esta conclusión el Observatorio realizó dos estudios. El primero fue realizado en los últimos días de marzo, a través de una encuesta online que reunió una muestra de 2631 casos. El segundo, que cuenta con 2068 entrevistas, se hizo bajo la misma modalidad, entre el 8 y el 12 de mayo. En ese lapso de tiempo, la cantidad de personas que no sufrieron ningún tipo de malestar disminuyó de 38,5% a sólo 31,58%.

 Para lidiar con el malestar psicológico, el consumo de alcohol creció de 8,1 a 11,5% y el uso de medicamentos sin receta subió de 10,53% a 13,54%. «La cuarentena es una medida excepcional que impacta sobre la conducta. Inhibe el acceso a conductas saludables, que funcionan como factores protectores, tales como el deporte, las salidas, la recreación, o la sexualidad. Cuando se inhiben todos esos factores o conductas saludables, para lidiar con el malestar, las personas se inclinan a conductas no saludables a las cuales sí tienen acceso, como el alcohol, el cigarrillo, el sedentarismo, o la mala alimentación. Se le está pidiendo a la población que modifique su conducta muy rápidamente y eso es muy estresante», explicó Martín Etchevers, secretario de Investigación de la Facultad de Psicología de la UBA y coordinador del estudio comparativo sobre el impacto psicológico de la cuarentena.

Lo más preocupante que muestra este estudio es el gran salto que dio el consumo de medicamentos vinculados a problemas psicológicos. Aumentó de 54,38 a 72,3% su consumo, mientras que los tratamientos relacionados a condiciones médicas se redujeron de 73,89 a 66,91%. Los nervios, el ánimo, la relajación, la ansiedad y dormir, presentan un aumento como motivos de la ingesta de medicamentos. Aunque las categorías que más se incrementaron son los medicamentos destinados a aliviar la ansiedad (18,47 a 23,03%) y a poder dormir (17,45 a 22,45%). Este aumento significativo de los problemas psicológicos no afecta a todos por igual. El estudio mostró que quienes tenían síntomas psicológicos preexistentes, vieron subir el riesgo de sufrir un trastorno mental de 4,86% a 7,2%. Los médicos y el personal sanitario, en primera línea de la lucha contra la pandemia, son otro grupo especialmente expuesto al estrés y al desgaste emocional. Aquellas personas que tienen dificultades económicas, ya sea porque no tienen ingresos o porque sus empresas están en serio riesgo de quebrar, también son más propensas a sufrir malestar psicológico. Cerca del 38% de los encuestados considera que debería estar recibiendo asistencia psicológica, pero no puede hacerlo, en su mayoría por problemas económicos.

Contrariamente a lo que se viene contanto del Covid-19, que afecta mucho más severamente a los adultos mayores, los problemas y trastornos psicológicos golpean más a los jóvenes. «Los jóvenes son quienes más están sufriendo el aislamiento. En la tercera edad el cambio de rutina abrupto es menor, mientras que en los jóvenes es mucho mayor», observó Etchevers. Además del consumo de alcohol y medicamentos, también aumentaron durante la cuarentena los trastornos del sueño, la insatisfacción respecto a la vida sexual, y la aparición de pensamientos suicidas. La conomía sufre, está claro, pero también habrá que prestarle más atención a la psicología y sus consecuencias.