Después de mucho esperar, después de una larga lucha de los padres de Justina Lo Cane, al final la polí­tica se puso en sintoní­a con ese reclamo social y mediante un decreto presidencial, publicado en el Boletí­n Oficial, se reglamentó la Ley de Trasplante de Órganos, Tejidos y Células. La misma fue impulsada por la familia de Justina Lo Cane, una nena de 12 años que murió esperando un corazón. Y busca dar respuesta a los 10.255 argentinos que actualmente están en lista de espera para un trasplante. El gran cambio que lleva adelante esta nueva normativa, que quedó reglamentada bajo el úmero 27.447, es que toda persona capaz mayor de 18 años es posible donante de órganos o tejidos, salvo que haya dejado constancia expresa de lo contrario. Entonces, antes de hacer una ablación, los médicos deberán corroborar si el donante, en vida, informó su negativa, algo que se puede hacer a través del INCUCAI, el RENAPER, los Registros Civiles, los Organismos Provinciales de Ablación e Implante, el Correo Oficial, o el perfil digital de Mi Argentina. Además de incorporar principios bioéticos que protegen a los donantes y los receptores, la iniciativa promueve la autosuficiencia del sistema. Prevé la donación cruzada (entre dos parejas de donante/receptor no relacionadas, pero compatibles) para los trasplantes de riñón sin intervención judicial y obliga a los profesionales a notificar al Instituto Nacional Central íšnico Coordinador de Ablación e Implante (Incucai) la indicación de diálisis o trasplante renal. Promueve la incorporación en los centros de salud de profesionales entrenados en la promoción de la donación y la detección de potenciales donantes. Hasta la sanción de la ley todas aquellas personas que fallecí­an pero no habí­an dejado constancia de que serí­an donantes, habí­a que tener la confirmación de los familiares lo que sin dudas complicaba y demoraba los trámites poniendo en riesgo serio la vida de aquellos que esperaban por el órgano y en muchos casos, como pasó con Justina, terminaban perdiendo la vida.

La ley también toca un tema del que siempre se generó polémica y tiene que ver con los medios de comunicación. En ese sentido tiene uno de los capí­tulos que está expresamente destinado a los medios de comunicación. En tres artí­culos, se prohí­be la publicidad de pedidos de órganos, tejidos y células para personas determinadas, como así­ también la publicidad engañosa sobre tratamientos terapéuticos que no cuenten con evidencia cientí­fica. Pero el proyecto exceptúa los casos en los que la persona [que necesita el trasplante] o sus familiares se manifiesten en forma pública, libre y voluntaria. La ley Justina cambia para siempre la historia de los donantes en Argentina. Una muestra de eso es la información que brindó Incuai con respecto a la cantidad de donantes en el paí­s. Según contó Alberto Maceira, presidente del Incucai, la cantidad de donantes se duplicó en los últimos tres meses del año y todo gracias a la entrada en vigencia de la ley que en enero fue reglamentada. En 2018, se realizaron 701 procesos de donación de órganos y se trasplantó a 1.681 personas, lo que significó una marca histórica de donantes y trasplantes en el paí­s, contaron desde el Instituto Nacional Central íšnico Coordinador de Ablación e Implante (Incucai). Este récord se logró gracias a la nueva ley (de trasplante de órganos, tejidos y células 27.447, más conocida como ley Justina) y a que el sistema de salud supo interpretar el alma de la norma, afirmó Alberto Maceira, presidente del Incucai.

¿Quién era Justina Lo Cane?

Justina Lo Cane fue la joven que con su vida cambió para siempre la historia argentina en lo que a trasplantes se refiere. Justina estuvo internada durante tres meses en la Fundación Favaloro a la espera de un trasplante de corazón. Peleó mientras pudo, su cara se hizo visible en todo el paí­s, pero el 22 de noviembre de 2017 su corazón ya no pudo resistir y terminó muriendo. Tení­a apenas 12 años y padecí­a una cardiopatí­a transgénica que le diagnosticaron los médicos cuando tení­a 18 meses de vida. La joven estuvo primera en la lista de urgencias del Incucai pero a pesar de las cadenas de oración, a pesar de la viralización de su caso, el corazón nunca llegó y finalmente murió.

Tal fue la campaña que se hizo en las redes, no solo para visualizar el caso, sino para que se tome conciencia, que en su momento los padre de Abril Bogado, una nena de la misma edad de Justina asesinada en una entradera en La Plata, decidieron donarle el corazón para que se haga el trasplante. Sin embargo ese órgano no era compatible con el corazón de Justina y la operación no se hizo. No fue solamente el intento de Abril el que quedó trunco, sino que alrededor de diez donantes no pudieron llegar a buen puerto por diferentes inconvenientes. Pero el ejemplo de lucha de Justina, la campaña de concientización de sus padres, terminó cambiando para siempre la realidad de los pacientes que esperan un órgano en Argentina.