En 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) llamó a poner fin al cáncer cérvicouterino. Según cifras de la organización, más de 72,000 mujeres fueron diagnosticadas con cáncer cérvicouterino ese año en la región de las Américas y casi 34,000 fallecieron. El cáncer -catalogado como una de las amenazas más graves para la vida de las mujeres, es causado por la infección del virus del papiloma humano (VPH o HPV en inglés), un virus de transmisión sexual. Si bien es un cáncer casi totalmente prevenible, el mayor problema actual es la desigualdad que existe para acceder al diagnóstico.

Es el cáncer de la pobreza, de mujeres socialmente vulnerables, porque es el único que se puede prevenir de manera completa, incluso antes de que sea cáncer. El test de VPH es una nueva tecnología para detectarlo, un método altamente sensible para detectar lesions precancerosas, que además permite a las mujeres tomar ellas mismas la muestra –las mujeres pueden realizárselo a través de una autótoma, sin recurrir al consultorio ginecológico.

La Dra. Silvina Arrossi y su equipo acaban de publicar un paper en la revista The Lancet Global Health con los resultados de un proyecto demostración implementado en la población de mujeres de la provincia de Jujuy entre los años 2012 y 2014, que arroja resultados que reafirman la necesidad de que el test de VPH sea implementado a nivel nacional. Hoy son ocho las que lo implementan en el sistema público de salud. “El cáncer cervicouterino es inadmisible en el siglo veintiuno: no tiene razón de ser. Se asemeja a enfermedades antiguas como el cólera. Es el cáncer de la pobreza, de mujeres socialmente vulnerables, porque es el único que se puede prevenir de manera completa, incluso antes de que sea cáncer”, aseguró Silvina Arrossi.

EXPERIMENTO DE VANGUARDIA

Se estima que el ochenta por ciento de la población del mundo, hombres y mujeres, estarán en contacto con el virus VPH en algún momento de su vida. Su prevalencia es particularmente alta en edades jóvenes, cercana al inicio de la actividad sexual, pero en la mayoría de los casos con la edad esa curva de la prevalencia desciende y el virus desaparece: la mayoría de las personas lo elimina a través de su sistema inmune de manera espontánea antes de los treinta años. Sin embargo, una parte de esa infección que las personas no logran eliminar, se vuelve persistente: esa persistencia, si no se trata en el transcurso de los años, puede producir una lesión y terminar en un cáncer cérvicouterino. El test se realiza a la población de mujeres de treinta años y más. Si la prueba da negativa, la mujer repite el test en cinco años. Si da positiva, se les hace entonces un Pap, para saber si además de estar infectada con el VPH, la mujer tiene una lesión precancerosa. Las mujeres positivas en el test de VPH, pero negativas en el Pap, tienen que volver a realizarse un test de VPH a los dieciocho meses.

El test de VPH es una tecnología superadora basada en la detección molecular del virus, que es el principal factor causal del cáncer cérvicouterino. La población de mujeres escogida fue la de Jujuy por ser en ese momento una de las provincias con mayor mortalidad por cáncer cérvicouterino del país. El proyecto se llevó adelante entre 2012 y 2014, por resolución ministerial, y arrojó resultados promisorios. Los resultados del primer año mostraron el mismo nivel de detección y efectividad que los estudios que se habían realizado a nivel internacional. Tomando esos resultados como base, el año 2015.

Instituto Nacional del Cáncer decidió ampliar el test de detección de VPH a todo el país, de manera escalonada. Primero se incorporó en las provincias de Misiones, Catamarca, Tucumán, y Neuquén, posteriormente en jurisdicciones de la provincia de Buenos Aires, como La Matanza, Ituzaingó y Florencio Varela. En 2018 se incorporó el Test de VPH en el sistema público de Chaco y Corrientes, y cuatro municipios más de la provincia de Buenos Aires.

El Pap tiene problemas intrínsecos en su operación. Es un test subjetivo, muy operador-dependiente, que necesita cuestiones ligadas al control de calidad que son muy difíciles de lograr en nuestro sistema de salud. El test de VPH, en cambio, tiene una sensibilidad superior al noventa y cinco por ciento. Es un test objetivo, porque tiene un procesamiento automático. Una máquina que detecta si está presente el DNA del virus oncogénico o no.

Una de las ventajas del test de VPH es que las mujeres se lo pueden tomar ellas mismas, lo que representa un cambio de paradigma en el acceso al tamizaje. Las mujeres enfrentan todo tipo de barreras sociales, económicas y ligadas al funcionamiento de los servicios de salud. Pero entonces, la gran cuestión era si las mujeres iban a aceptar hacer esa toma vaginal. Hay que tener en cuenta que el cáncer cérvicouterino es una enfermedad de mujeres socialmente vulnerables, de bajo nivel educativo, con poco acceso a información y a los servicios de salud. Como la autotoma implica la auto inserción de un cepillo en la vagina pensamos que esto podía ser rechazado por las mujeres. Pero a la vez, si era aceptado, si ellas mismas podían hacérselo en su casa, eso podía cambiar dramáticamente el nivel de acceso al tamizaje y a la prevención de posibles lesiones pre cancerosas y cáncer. Las mujeres que se hicieron autónomas fueron cuatro veces más que las mujeres que tuvieron que hacerse el test e un centro de salud sí o sí. Eso demostró que la posibilidad de hacerse la autónoma aumentaba cuatro veces más la realización del test de VPH. En base a ese proyecto, la provincia de Jujuy incorporó el test de VPH como estrategia programática en 2014. Hoy, los agentes sanitarios van a las casas de las mujeres con los tubos colectores y les ofrecen si quieren hacerse el test. Les explican de qué se trata el test, la mujer se hace la toma en pocos minutos -es indolora-, y le da el tubo al agente sanitario, que se encarga de llevarlo al centro de salud para su envío al laboratorio. Países como Australia, Inglaterra, Estados Unidos, ya han incorporado el test a su sistema de salud. Argentina fue realmente pionera en la implementación del Test de VPH. Hoy, el Instituto Nacional del Cáncer está trabajando para implementar el test en todo el país. La Dra. Silvina Arrosi, investigadora del CONICET fue la gran impulsora de esta metodología. Científica Social formada en Salud Pública. Su trabajo, explica, está orientado en utilizar todos los recursos para garantizar la provisión de este test de VPH como política sanitaria porque el cáncer uterino es un indicador de desigualdad de género y social en salud.

UN DATO PARA TENER EN CUENTA

SE ESTIMA QUE MÁS DEL 80 POR CIENTO DE LAS PERSONAS, SE CONTAGIARÁN VPH EN ALGÚN MOMENTO DE SUS VIDAS. HAY MANERAS DE PREVENIR.

Según datos publicados por los organismos de Salud, más del 80% de las personas sexualmente activas se contagiarán alguno de los más de 200 tipos de VPH en algún momento de sus vidas. El 100% de los cánceres de cuello de útero, la cuarta causa más frecuente de cáncer en la mujer, están relacionados al VPH y se estima que en el mundo mueren 270.000 mujeres anualmente. “La infección persistente por alguno de los tipos de virus de VPH causan ciertos tipos de cáncer, por ejemplo, cáncer de pene, de ano, de vulva, de vagina, de laringe y de hipofaringe, pero sobre todo del cáncer de cuello uterino”, aseguró en una nota periodística el doctor Gonzalo Gomez Abuin, jefe de la Unidad de Investigación de Oncología del Hospital Alemán. “En la Argentina hay un 15% de embarazo adolescente, por ende un 15% de la población adolescente tiene relaciones sexuales sin protección, obviamente, no tuvieron ninguna técnica de fertilización asistida y están expuestos a contagiarse el virus de VPH indefectiblemente”, enunció Silivo Tatti, jefe de la división ginecológica del Hospital de Clínicas UBA.

En Argentina, como en numerosos países, con el objetivo de disminuir la mortalidad ocasionada por los tumores asociados a la infección, se realiza un abordaje integral. La prevención primaria se realiza a través de la educación sexual y la vacunación. En ese sentido se estableció un esquema de aplicación de dos dosis separadas por un intervalo de 6 meses. Sin embargo los profesionales de la salud advierte que: “La cobertura en mujeres de la primera dosis se encuentra entre el 80% y el 85%, pero la cobertura de la segunda vacuna es de aproximadamente el 50%”.

La vacuna previene los genotipos más frecuentes. Previene la infección por los tipos de VPH 16 y 18 de alto riesgo que causan el 80% de los cánceres de cuello de útero, ano, pene, boca o garganta y por los tipo 6 y 11 que causan el 90% de las verrugas genitales. “Hay alrededor de 700.000 mujeres que deberían haber completado el esquema y todavía no lo hicieron. Todos las mujeres y varones deben iniciar el esquema y los que lo iniciaron y no lo completaron deben completarlo, sin importar el tiempo que haya pasado”, aseguró la doctora Carla Vizzotti, presidenta de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología. Las herramientas de la prevención primaria están disponibles, y son seguras y eficaces.

La vacuna hoy se entrega de manera gratuita a niñas de 11 años que nacieron a partir del año 2000 y niños de 11 años que nacieron a partir del año 2006. A su vez, a personas que conviven con VIH y trasplantadas entre 11 y 26 años con un esquema de tres dosis. En varones, la infección puede derivar, entre otros, en cáncer de pene, ano y laringe, además de causar verrugas genitales. Por eso, en el año 2017, el derecho de acceder a la vacuna se extendió a los varones de 11 años nacidos a partir de 2006.