Comienzo el presente informando que la Comisión Directiva tomó la determinación que a partir del 1° de mayo se aumenten en un 10% los honorarios a abonar por las consultas realizadas a los afiliados/as del SAMI-OSMECON, tanto para nuestros Médicos/as Socios/as como para los No Socios/as. También se aplica dicho aumento a las respectivas Licenciaturas.
De esta manera la Comisión Directiva prosigue con la tesitura de continuar recomponiendo los valores que abona nuestro prepago a pesar de ser muy magros los aumentos que sigue otorgando la Superintendencia de Servicios de Salud, que no contempla variables descriptas más adelante y que además a veces los informa sin el tiempo necesario de antelación para su aplicación, lo que conlleva a un atraso en la utilización de los nuevos valores.
Dicha tesitura se lleva a la práctica por una afinada relación lograda por nuestro Administrador y equipo con los Prestadores, que aportan una plausible correspondencia. Aunque con relativa periodicidad las relaciones pueden sufrir tensiones contrapuestas.
Para poder proporcionar dichos aumentos también existen otras serias dificultades, ya que de acuerdo con los datos proporcionados por la Unión Argentina de Salud (UAS), debo mencionar que resultan  muy gravosos el aumento de los medicamentos, ya que en promedio durante el año 2020 los de uso ambulatorio aumentaron el 46,1%, los de alto costo más allá del 55%, alcanzando algunos hasta el 1300% de alza por la relación con la variación del dólar, los que sin dudas resultarían inalcanzables no tan solo para nuestro SAMI-OSMECON.
Y debemos reconocer también que son muy onerosos los insumos.
Y que la inflación del año 2020 fue del 36,1% según el INDEC.
Y que todo va en menoscabo de los honorarios profesionales.
Respecto a la pandemia, la Organización Mundial de la Salud viene reconociendo a la «fatiga pandémica» como una respuesta natural y esperable a esta crisis prolongada de la salud con  impactos que no tienen precedentes en la cotidianeidad de nuestras vidas.
Seguramente los más afectados son los equipos de salud por una lucha tan prolongada, con mayor exposición al contagio, sin tener los descansos necesarios, horas laborables extensas, sobrellevando  los sufrimientos propios, los temores de contagiar a los seres queridos, a veces estigmatizados, y tantas otras sensaciones-situaciones que en mayor o menor grado reconocemos. Está claro que los niveles de estrés se intensificaron mucho en todo el marco de esta pandemia.
La Dra. Silvia Bentolila en reportaje publicado en el Boletín de mayo, que recomiendo leer, también nos dice que si se desarrollan algunas estrategias de prevención «no es inexorable enfermar después de haber atravesado una situación traumática».
Estamos en una «normalidad» que ya no es nueva, la reconocemos y sentimos disgusto, cansancio, tristeza, tedio etc., etc., por padecerla.
Y en lo personal me lo acentúa mucho la falta de una herramienta de gestión que sea efectiva, creíble a partir de pautas claras, precisas y con una secuencia que deba ser respetada, con testeos y rastreos que científicamente son aconsejables, con una metodología como ya se ha llevado a cabo y se continúa en tantos países que nos han precedido en este infortunio y lograr la vacunación debida.  Las experiencias en esos países las seguí y sigo al igual que puede hacerlo cualquier persona y han evidenciado los aciertos y también los errores. Espero que también lo hayan hecho las autoridades en general y las de Salud en especial, de los que además doy por cierto que tendrán llegada directa a toda la información.
¿Qué aprendimos? ¿Qué aplicamos? ¿Por qué tanta improvisación?
¿Y las confusiones? ¿Serán incapacidades evidenciadas durante la ejecución? ¿Y por qué si hay sobrantes de vacunas, según informa a diario la Superintendencia de Servicios de Salud, no se acelera su aplicación, lo que quizás hubiera logrado salvar vidas cuyas pérdidas hoy lamentamos? Cuántas otras preguntas para hacer…
No dejo de reconocer que es una situación muy compleja que excede lo sanitario y que claramente repercute en forma negativa tanto en lo económico como en lo social. Pero en vez de lograr focalizarnos,  en especial los que tienen la obligación primaria de hacerlo, en esos ítems de por sí ya muy difíciles de resolver y en los que habría que concentrarse plenamente para lograr la debida conducción, vemos una compleja situación política donde relucen conflictos de interés y colisiones ideológicas, intentos de descalabros judiciales o algo más para beneficios personales, más la avidez para poder lograr alcanzar la distribución y aplicación de las vacunas, con un marcado interés político repudiable que se antepone y coloca en mayor riesgo la salud de la población, cuyos intereses proclaman  efender.
Y con tan malos ejemplos impúdicamente demostrados, después se pretende lograr una sociedad civil involucrada, respetuosa y proactiva, para que seamos un país mejor.
En el ámbito del partido de La Matanza continúa el conflicto en el Sector Salud por los incrementos salariales y nombramientos del personal. En algunos Centros se realizan paros de las actividades en forma rotativa en diferentes horarios, mientras que en otros Centros hay cese permanente de actividades. Cabe aclarar que los Servicios de Emergencia siguen funcionando plenamente sin  inconvenientes.

Dr. GUILLERMO VILLAFAÑE
Secretario General