En 2017 se decretó que el tercer miércoles de octubre es el Día Nacional de Lucha contra la Obesidad, para responder a esta creciente tendencia en Argentina y trabajar en campañas de concientización y prevención. A partir del decreto firmado, la cartera sanitaria busca instalar la problemática de la obesidad en la agenda pública, aumentando el compromiso y la participación comunitaria en todos los niveles: desde la escuela hasta los ámbitos barriales, hospitales y centros de salud. Desde hace tiempo la preocupación sobre el crecimiento en los niños de la obesidad es una verdadera obsesión de las autoridades porque además de los problemas que trae para los chicos en la actualidad, sin dudas que con el tiempo terminan marcando un futuro más que complicado y que va a traer enfermedades que además significarán un alto costo para la salud pública.

Según datos del Ministerio de Salud y Desarrollo Social, la obesidad afecta a dos de cada diez adultos en el país y a un 6% de la población infantil. En el marco del encuentro de autoridades sanitarias de Naciones Unidas y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el secretario de Gobierno de Salud de la Nación, Adolfo Rubinstein, expresó que “Argentina lidera el ranking de obesidad en Latinoamérica y la problemática amenaza a las próximas generaciones”. Pero lo que más sorprende es un informe que entregó la Organización Mundial de la Salud y que pone a la Argentina en una situación compleja y muy alerta. Según ese informe de la OMS, la tasa de obesidad en la Argentina comprende al 27 por ciento de la población.

A su vez, los resultados de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud realizada por el Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación, muestran que el 53.4% de los encuestados presentaron exceso de peso (35.4% sobrepeso y 18% obesidad), 25.3% siempre utiliza sal, solamente 4.8% consumen al menos 5 porciones semanales de frutas y verduras, y el 54.9% manifiesta un bajo nivel de actividad física.

La obesidad es una enfermedad crónica de origen multifactorial que puede ser prevenida, ya que se trata de la acumulación de grasa o tejido adiposo en el cuerpo. Sin embargo, cada año mueren alrededor de tres millones de personas adultas en el mundo debido al sobrepeso. Al mismo tiempo, es un factor de riesgo que conlleva a otras enfermedades como las cardiovasculares, diabetes, apnea de sueño, osteoartritis, algunas formas de cáncer y trastornos gastrointestinales y dermatológicos.

“Cada año un mayor porcentaje de la población pasa su día laboral detrás de un escritorio o una computadora. Esto atenta directamente contra la salud, ya que la obesidad responde principalmente a una combinación excesiva de nutrientes y una forma de vida sedentaria”, explica Patricio Martínez, cardiólogo y presidente de la Fundación de Estudios para la Salud y la Seguridad Social (FESS). En referencia a la obesidad infantil, Martínez agrega que “los niños y adolescentes son una franja muy vulnerable con bajo nivel de decisión en su dieta. El 30% de la población infantil padece sobrepeso y eso es muy alarmante”.

Principalmente los niños que se encuentran en situación vulnerable, pueden padecer obesidad en coexistencia con desnutrición; al ser más propensos a recibir una nutrición insuficiente en la etapa prenatal, del lactante y del niño pequeño. Al mismo tiempo, están expuestos a alimentos hipercalóricos ricos en grasa, azúcar y sal y pobres en micronutrientes, que suelen ser más económicos. Estos hábitos alimentarios, junto con una escasa actividad física, tienen como resultado un crecimiento brusco de la obesidad infantil, al tiempo que los problemas de la desnutrición continúan sin resolverse.

Argentina es uno de los países de Sudamérica que está entre los que más preocupan a la hora de poder resolver este problema de obesidad que tanto daña a los chicos. No solo por los problemas de salud, sino también por las consecuencias psicológicas que trae. Mucho de los chicos que tienen sobrepeso además se demostró que tienen dificultades para relacionarse, otros tienen problemas de concentración y muchos con el tiempo llegan a sufrir enfermedades como ataques de pánico. Es momento de tomar nota y te atacar directamente ese problema.

Los especialistas de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) expresa ron su preocupación ante el aumento del sobrepeso y la obesidad en los niños en nuestro país y enfatizaron sobre la necesidad de generar intervenciones desde el mismo nacimiento para poder combatirlos, tanto en el aspecto nutricional como en el de la actividad física, sobre todo por tratarse de una condición crónica que actúa como factor de riesgo para el desarrollo de muchas otras enfermedades. “Debemos tener en cuenta que la Argentina tiene la segunda tasa más alta de sobrepeso en meno res de 5 años de Latinoamérica y el Caribe, con un 9,9 por ciento según el Panorama de Seguridad Alimentaria y Nutricional elaborado recientemente por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en conjunto con la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO)”, manifestó la Dra. Stella Maris Gil, médica pediatra, presidenta de la Sociedad Argentina de Pediatría. Agregan do que en adolescentes de 13 a 15 años el sobrepeso aumentó un 17 por ciento en cinco años, al pasar del 25% (2007) al 29% (2012) según cifras oficiales, coincidiendo con las de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que refieren que prácticamente se ha triplicado el nivel mundial de sobrepeso desde 1975 hasta nuestros días. Destacó también que “todos los niños tienen derecho a una alimentación saludable para prevenir el creciente sobrepeso y obesidad en niños y adolescentes en nuestro país”.

El exceso de peso en los niños no sólo compromete su estado de salud actual, sino también el futuro, ya que en la edad adulta el sobrepeso incrementa el riesgo de padecer afecciones coronarias, ataque cerebrovascular (ACV), aterosclerosis e hipertensión arterial. Contribuye al desarrollo de trastornos en los lípidos, como aumento de colesterol ‘malo’ (LDL), disminución del ‘bueno’ (HDL) e incremento de los triglicéridos; acrecienta la posibilidad de desarrollar diabetes tipo 2, desequilibrios hormonales que en la mujer pueden afectar la fertilidad, trastornos como osteoartritis, y el riesgo de padecer algunos tipos de cáncer, como por ejemplo de endometrio, mama, colon, hígado y riñones, entre otros. Pero, además, aumenta la mortalidad por todas las causas y disminuye la calidad de vida. La Dra. Norma Piazza, médica pediatra especialista en Nutrición y Secretaria del Comité de Nutrición de la SAP, afirmó que “el adulto que fue obeso desde la infancia tiene aumentado el riesgo cardiovascular y metabólico y mayor riesgo de muerte prematura. Además, los niños que crecen con discriminación social tienen peor calidad de vida”. Agregando que “cuando la obesidad se la encaraba sólo como un problema médico, se fracasaba (en términos estadísticos), por lo que debe ser abordada en forma integral desde la familia, con un Estado presente y regulador y una industria que acompañe”.

“Desde la Sociedad Argentina de Pediatría están trabajando intensamente para que los pediatras de todo el país en la consulta cotidiana orienten a las familias sobre cómo prevenir el sobrepeso y la obesidad, promoviendo hábitos saludables desde etapas tempranas de la vida”, concluyeron desde la SAP

COMEDORES ESCOLARES

RECOMENDACIÓN QUE DIO LA SECRETARÍA DE SALUD DE LA NACIÓN PARA LOS COLEGIOS.

DESAYUNO / MERIENDA

  • Leche / yogur / quesos: Todos los días
  • Cereales y derivados: To dos los días (pan, cereales de desayuno sin agregado de azúcar).
  • Frutas: Todos los días. Preferentemente fresca y de estación.

ALMUERZO

  • Frutas: todos los días. Preferentemente fresca y de estación.
  • Verduras crudas y/o cocidas: todos los días (preferentemente de estación)
  • Leche y quesos: mínimo 2-3 veces por semana. Se sugiere realizar preparaciones con leche y/o queso para cumplir con las recomendaciones de calcio.
  • Carnes: al menos 3 veces por semana como para contribuir a la recomendación de 1 porción diaria de carne (incluyendo almuerzo y cena). Incluir variedad de carnes rojas y blancas quitando la grasa visible. En lo posible, incluir pescado al menos 1 vez por semana. Huevo: hasta 1 por día y en reemplazo de la carne, no más de 1 vez por semana.
  • Cereales y legumbres: 2-3 veces por semana. Variedad de cereales como ser fideos, polenta, arroz, harina de trigo o sémola, avena, quínoa, etc. y legumbres: lentejas, garbanzos, porotos, arvejas, etc.
  • Aceites y grasas: utilizar aceite crudo como condimento y evitar la fritura como método de cocción.
  • Agua segura como única bebida durante los almuerzos.

ADEMÁS SE SUGIERE:

• Incluir alimentos tradicionales o regionales (autóctonos o introducidos) en la alimentación escolar. Se recomienda frecuencia semanal de al menos un alimento de este tipo.

• Fomentar la realización de huertas, favoreciendo de esta manera el autoabastecimiento de alimentos, hierbas frescas para condimentar las comidas y/o preparaciones y el uso de semillas locales.

• Aprovechar la cáscara o pulpa de las frutas para elaborar caldos caseros de frutas, en lugar de jugos industriales, para saborizar el agua segura.

• Limitar el exceso de sal agregada a las comidas.

LA ESCUELA TIENE QUE SER EL ÁMBITO PARA FRENAR ESTA EPIDEMIA

Un último informe sobre los niños que recién comienzan las clases alarmó a las autoridades de salud: un tercio de los niños y niñas que empiezan primer grado están excedidos de peso. Una proporción elevada, que durante la primaria lejos de achicarse se agranda: al terminar el ciclo la mitad presenta sobrepeso u obesidad, según mostró un trabajo que midió las variaciones antropométricas de casi 11 mil chicos del país. El estudio es una de las evidencias más recientes generada a nivel local sobre el alarmante avance de la pandemia, que en la infancia y adolescencia muestra su peor cara debido a que el crecimiento es más acelerado que en los adultos. La idea es que la escuela se convierta en un ámbito que ayude a frenar esta tremenda escalada, y para eso la Secretaría de Salud y el Ministerio de Educación presentaron una guía con recomendaciones para transformar los entornos obesogénicos actuales en entornos escolares saludables. En Argentina, de acuerdo a los datos de la última Encuesta Mundial de Salud Escolar (EMSE), de

2012, el 28,6% de los estudiantes de 13 a 15 años presenta obesidad y el 5,9%, sobrepeso. Se trata de un marcado incremento respecto de la medición anterior, de 2007 (los porcentajes eran 24,5% y

4,4%). En los próximos meses se conocerán los resultados de la última edición, cuyo trabajo de campo concluyó a fines de 2018.Pero todo indica que la curva no declinará su camino ascendente.

Un estudio realizado por el Programa Nacional de Salud Escolar (PROSANE) que controló a 10.961 niños y niñas que entraban a primer grado en 2012 y, cinco años después, ya en sexto, mostró que durante ese período el sobrepeso aumentó de 21,1% a 26,6% y la obesidad creció de 14,5% a

22,7%. En números absolutos: se produjeron 2280 nuevos casos de exceso de peso (un 20% más). Los chicos no solo no mejoran, sino que parte de los que comienzan con un peso normal, finalizan la escuela con sobrepeso y obesidad, advierte el trabajo. Otro informe publicado este año, basado en el reporte de datos antropométricos de un subgrupo de niños, niñas y adolescentes (NNyA) de 0 a 19 años beneficiarios del Programa SUMAR, que realizaron consultas entre 2014 y 2016 en el sector público, determinó que el 34,5% tenía sobrepeso y obesidad.

“La situación epidemiológica de sobrepeso y obesidad infantil en Argentina es muy preocupante. Es una epidemia que está creciendo y que hoy afecta a más de uno de cada tres niñas, niños y adolescentes”, afirmó Verónica Schoj, directora nacional de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades No Transmisibles de la Secretaria de Gobierno de Salud. Sin dudas un tema a tener en cuenta y para tratar

RECOMENDADOS PARA VENTA EN EL KIOSCO

  • Frutas frescas / ensalada de frutas / jugos de fruta exprimida / licuados de fruta y agua o fruta y leche. Preferentemente sin azúcar agregado.
  • Galletitas simples (sin relleno)
  • Galletas de arroz.
  • Barra de cereal, preferentemente casera.
  • Pochoclos, preferentemente sin agregado de azúcar o sal.
  • Bizcochuelo sin rellenar y sin cobertura, magdalenas sin rellenar y sin cobertura
  • Cereales inflados: maíz, trigo, quinoa, etc.
  • Jugos envasados “100% jugo de fruta”.
  • Leche sola o con cacao (Preferentemente no leche chocolatada envasada/industrializada).
  • Yogures.
  • Agua con y/o sin gas
  • Infusiones: té, mate cocido, café, hierbas.
  • Verduras frescas, por ejemplo, ensaladas (en caso de buffet-cantina).
  • Sándwiches de pan blanco o negro (sin aderezos) con relleno de verduras/queso/ huevo/pollo sin piel/carnes rojas quitar grasa visible/hamburguesas caseras/milanesas cocidas sin fritura/ atún/jurel/caballa.
  • Pizza/Tartas/empanadas de verduras/queso/huevo/ pollo sin piel/carnes rojas (quitar grasa visible)/atún/jurel/caballa.
  • Fainá.
  • Frutas secas sin sal ni azúcar agregado.
  • Frutas desecadas.
  • Semillas sin sal ni azúcar agregado.

NO RECOMENDADOS PARA LA VENTA EN KIOSCOS

  • Golosinas: chupetines, caramelos, mielcitas, choco-lates, bombones, alfajores, alfajores de arroz, obleas de arroz, turrones, barras de cereal industriales, maní con chocolate, garrapiñada, puflitos, gomitas.
  • Postres industrializados: Helados, postres lácteos, gelatinas, flan industrial, licuado industrial.
  • Galletitas rellenas.
  • Galletitas saladas tipo snacks.
  • Pan de grasa, bizcochos de grasa, bizcochos agridulces, grisines, brownie, pastafrola, tartas dulces, tortas, facturas, galletitas de panadería, cereales azucarados.
  • Snacks: papas fritas, palitos, tostaditas saborizadas, nachos, chizitos, batatas fritas, remolachas fritas, otros productos de copetín similares.
  • Sopas/caldos en sobre o concentrado.
  • Fiambres, embutidos, hamburguesas industriales, prefritos de carnes/verduras/soja/papa, salchichas, picadillo, paté, otros alimentos fritos.
  • Aderezos: mayonesa, mostaza, kétchup, salsa golf, salsa de soja, salsa barbacoa, otros.
  • Bebidas industriales: gaseosas, jugos en polvo diluidos, jugos envasados, bebidas azucaradas gasificadas o sin gas, aguas saborizadas industriales, batidos a base de crema, bebidas energizantes.